Mostaza mi van, una pausa para dejar que la vida me sorprenda

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Las maravillosas conspiraciones del universo

Hace unos meses comencé un road trip por Australia a bordo de mi Mostaza. Algunas experiencias se las he narrado ya a través de Instagram, pero hoy quiero contarles por qué emprendí este viaje que, definitivamente, me está transformando.

Este 2020, deje mi casa (la alquile completa), deje mi trabajo (renuncie hasta que complete mi viaje), dejo a mis amigos que son mi familia, y se termino una relación larga con mí ex pareja, dejo la estabilidad financiera y la rutina de vida y decidi construir una van y embarcar en un viaje sólita, dejando que la vida me sorprenda mientras estudiando un doctorado.

Lo más importante y lo más valioso que tenemos ES NUESTRA VIDA y toca disfrutarla YA. Quiero empezar esta entrada de mi blog con esta frase que ha venido cobrando tanto sentido en estos días, en este año. Siento que muchos no lo han entendido. Todos los humanos pensamos que vamos a vivir por siempre, pero alguna vez te has planteado ¿qué pasaría si solo tuvieras un día, un mes o un año? ¿Qué harías?

Este 2020 sí que nos ha demostrado que nada puede darse por sentado, que todo puede cambiar en un segundo, que no hay certezas.  

Percibo el miedo de la gente a estar sola, a enfrentarse consigo misma para descubrirse, amarse, transformarse. Cuando decidimos emprender viajes, internos o externos (o los dos) nos reencontramos con nuestra esencia y nos acercamos a nuestra alma, una que a veces ni siquiera aceptamos con sus luces y sombras.

Muchos lo saben ya porque me siguen en redes sociales. Hace unos meses comencé mi road trip por Australia. La verdad me siento demasiado feliz, como en una película. Creo que todavía estoy en una burbuja, que no he despertado de un sueño. Sin embargo, aquí estoy, aquí voy en la vía, a bordo de mi Mostaza, de la camioneta van que compré y que adecué con la compañía de tantas personas bonitas que se me unieron para hacer de ella mi nuevo hogar.

Mostaza es una combinación de muchas cosas ocurriendo en el universo. La primera fue la llegada del coronavirus, que, además de tantas consecuencias, nos quitó la libertad de viajar internacionalmente, así que mis planes de realizar cuatro recorridos se vieron truncados. Segundo, la pandemia tuvo un gran impacto en la universidad con la que trabajo, nos recortaron las horas y nos hicieron tomar todo el verano libre, que era de cinco meses. Tercero, empezaba mi doctorando basado en el estilo de vida de los nómadas digitales y el futuro de la industria creativa y anhelaba aprender sobre la creación, la economía gig, el trabajo remoto, las industrias creativas, en fin, ¡tantos temas por investigar!

Quería una van lo suficientemente grande porque era vital poder ponerme de pie en ella, cocinar adentro, tener un baño, una sala para trabajar que se convirtiera en una cama en las noches… Deseaba comodidad dentro de la incomodidad que a veces implica estar viajando. Quería asegurarme de que en los días de lluvia me resguardara y que fuera un espacio que me hiciera sentir segura, en casa.

Paciencia y flexibilidad

Sí, ya comencé el recorrido en mi mini casita. Sin embargo, fueron varios meses para dejar a Mostaza totalmente adecuada. Varios meses en los que aprendí a pedir favores (lo cual me costaba mucho) y a entender que cada proceso requiere su tiempo; adquirí conocimientos de mecánica, electricidad, pisos, materiales, nuevas herramientas. ¡Uff! Pero quiero decirles que lo más importante fue darme cuenta de que tengo a mi lado gente increíble, capaz de ayudar de forma incondicional; me sentí apoyada, acompañada y motivada por un equipo que quería ver a Mostaza tan linda como yo.

Les confieso que por mi tipo de personalidad todo lo quiero ya. Por eso, las semanas de construcción no fueron fáciles. Miren qué bonito aprendizaje: la paciencia. Me conocí un poco más trabajando en equipo. Tres meses y medio y muchas horas sumadas. Al principio empecé a ver muchos videos sobre este tipo de proyectos y me sentí un poco abrumada, por lo que decidí asesorarme con Jesús, un venezolano que conocí por medio de una amiga. Él construye caravanas y, con su experiencia, ayudó en la parte más especializada y técnica.

No habría podido dejar a punto a Mostaza yo sola. ¿Qué sería del mundo si no hubiera ayuda de una comunidad, si no nos apoyáramos entre nosotros mismos, si no trabajáramos juntos? Muchos amigos me acompañaron, uno de ellos fue Leandro, Lean, ingeniero, que trabaja con paneles solares, y tuvo toda la disposición y el tiempo para ayudarme con los asuntos eléctricos; también recibí la colaboración de su jefe y su hijo. Emilio, cuando tenía momentos libres, estaba siempre aportando con diversas tareas y apoyo incondicional.

Además, decidí contratar a Santiago, el típico hombre que resuelve problemas y sabe del manejo de la madera. Él iba los sábados y se nos unía a Emilio y a mí. Otros amigos estuvieron pendientes. Me emociono solo al recordar esto: saberme rodeada por aquellos que sienten tus sueños como propios.  

Mi Mostaza tiene paneles solares y todo lo necesario para que una persona viva: nevera, estufa, horno pequeño portátil para calentar comida, suficiente espacio para guardar provisiones y herramientas de cocina, un lavaplatos; cuenta con plomería, electricidad, baño portátil, ducha externa, tanques de agua y, obviooo, y decoración y estilo (jajaja).

Ruta, no ruta

Tengo una idea general de cuánto tiempo puedo estar en cada estado, pero esta vez muchas cosas serán instintivas. Un poquito de planeación, dejándome sorprender por la ruta misma. Esta es una de las mayores contribuciones que siento que este viaje puede hacerme porque he sido una mujer muy planeadora: uno de mis propósitos es bajarle a las revoluciones, dejar que todo fluya, aprender a ir un poco más con el flow.

Originalmente, pensé en subir por el estado de Queensland, hacia el norte y dar la vuelta hacia el oeste. Por el cambio de clima y lo que me demoré con la van, ya no valía la pena seguir esa travesía, sino hacerla al revés para evadir la temporada de lluvia del norte. De esta manera, subí muy rápido hasta el punto más lejano al que podía llegar de Queensland, que se llama Cooktown, y ahora estoy bajando muy despacio por cada ciudad, cada playa, cada terreno o área de naturaleza que pueda explorar hasta darle toda la vuelta a Australia. El viaje lo proyecté a cinco meses, aunque cada día me doy cuenta de que quiero estar más y más tiempo en esta aventura, posiblemente un año. ¡Este país es tan grande!

Australia está hecha para los road trips, no solamente por sus carreteras, sino por su cultura, pues los australianos recorren por tierra muchos de sus territorios y hay bastantes sitios para quedarse. Entonces, sí da miedo viajar sola, que pase algo mecánicamente, que, de pronto, haya un accidente o un robo, pero, como ya se los he dicho, el miedo nunca puede limitarnos para cumplir los objetivos. Los riesgos hay que asumirlos porque hacen parte de vivir la vida.

Mis metas

Creé una lista de 10 metas que quiero cumplir en este tiempo, ya sea que me demore una semana, dos meses, cinco, doce o que no las cumpla. Las tengo en mi mente y me gustaría trabajar para alcanzarlas:

  1. Enfocarme en mi doctorado e investigar acerca de los temas de los que les hablé al principio, siempre con la mirada puesta en la sostenibilidad (saben lo importante que es para mí).

  2. Empezar un podcast, como yo lo llamo “desnudo”, en el que pueda hablar con tranquilidad, sin ocultar la realidad que a veces no se refleja en las redes sociales. Quiero contar sobre esta experiencia y educar sobre el tema de mi investigación. Un podcast que estará dividido en cuatro temáticas: el viaje y la aventura, tener un propósito de vida, los nómadas digitales y las anécdotas personales que estos puedan compartir.

  3. Aprender a tocar ukelele. Nunca he interpretado ningún instrumento y la verdad me gustaría mucho hacerlo.

  4. Aprender a navegar. Creo que esta meta me va a tomar mucho más tiempo. Puedo hacer un par de cursos, claro, aunque las posibilidades son reducidas. Lo tengo en mi lista pues es algo que me llama mucho la atención.

  5. Mejorar mi caligrafía en un programa que se llama Procreate y continuar dibujando, debido a que son actividades que dejé por ocupaciones cotidianas.

  6. Ser más sostenible y consciente. Meta que va relacionada con el contribuir a la economía local, al ambiente y a una experiencia educativa intercultural mientras viaje por Australia.

  7. Conocer más sobre la cultura aborigen y esto lo quiero hacer porque soy una colombiana orgullosa, pero también soy australiana y me siento ignorante en ese tema.

  8. Volver a trotar. Dejé de hacerlo cuando empecé a construir a Mostaza y es algo que me ayuda mucho a liberar mi mente. Me da demasiada energía.

  9.  Aprender a ir más despacio (slowdown). Por mi personalidad de tener propósitos claros, tiendo a inyectarle bastantes revoluciones a los proyectos y creo que, por su naturaleza, definitivamente, este viaje me va a enseñar a calmar el paso.

  10. Metérsela toda a mi canal de YouTube, que hasta ahora estoy comenzando. ¿Por qué un canal? Deseo compartir este estilo de vida también de una manera muy visual, publicar los videos de los sitios a los que voy, compartir con las personas mi visión como viajera y enseñar a otros a vivir con propósito y consciencia.

Llevo solamente un par de meses viajando y ha sido un proceso esto de intentar crear una rutina, un balance entre trabajar, estudiar y disfrutar, aceptando la incertidumbre. Siento que muchas veces la gente proyecta solo lo bueno de este estilo de vida, pero hay muchas cosas que hacen difíciles estas travesías. Quiero narrarlo todo para que sientan que están viajando conmigo.

Tengo muchos propósitos, ¡mi vida entera está basada en ellos! Deseo inspirar a la gente para que construya sus propios propósitos, que vean cómo se materializan los sueños cuando el universo mueve sus fichas para que todo se dé y cuando uno fluye con esos movimientos. Es un momento raro del mundo y fue justo en este momento raro en el que la carretera se abrió, de una forma tan mágica, para marcar el camino para mí y mi Mostaza.

Alé

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